lunes, 19 de enero de 2009

Incumple normas relleno sanitario en Morelos: científicos de la UNAM



Del CEMDA
Enero 18, 2009

Cuernavaca, Mor., 17 de enero. Cientos de habitantes inconformes y ambientalistas, acompañados por legisladores, bloquearon el tiradero de Loma de Mejía y exigieron clausurarlo luego de recorrerlo y constatar que no está terminado e incumple la normatividad técnica y ecológica, pero ya recibe las 350 toneladas diarias de basura que genera la capital morelense.
Los integrantes del Frente de Afectados por el Relleno Sanitario de Loma de Mejía –la mayor parte de Cuernavaca y Temixco–, así como ambientalistas, diputados y científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), inspeccionaron los terrenos ejidales donde la empresa Promotora Ambiental Sociedad Anónima (PASA) construye el basurero.
En el recorrido se compro- bó que la construcción está inconclusa, desatiende la norma ecológica 083 y no responde a las especificaciones de todo confinamiento de residuos sólidos, manifestó Antonio Sarmiento Galán, investigador de la UNAM.
“La membrana rebasa apenas el milímetro de grosor cuando debería tener más de tres”, observaron los expertos. Además, el tamaño insuficiente de la laguna de lixiviados, la escasa altura de los respiraderos y la no compactación de arcilla son otras pruebas de que viola normas ambientales y contaminará los mantos que surten de agua a Cuernavaca.
También objetaron la cercanía de barrancas, viviendas y tierras de cultivo, y por todo lo anterior exigieron cancelar su construcción y trasladar el proyecto a otro lugar.
Los ejidos de Loma de Mejía, donde se construye el relleno, se ubican en el municipio de Cuernavaca, a una media hora de capital estatal, y el terreno está en medio de tres barrancas, a corta distancia de varias viviendas campesinas.

Forcejeos y empellones

A las diez de la mañana, en el punto conocido como La Tranca, municipio de Temixco, se dieron cita los 500 inconformes, así como investigadores, diputados y ambientalistas.
De ahí se trasladaron en camionetas. Al verlos llegar los trabajadores de Pasa de inmediato cerraron la entrada, y hubo forcejeos y empujones.
Guillermo Lara, responsable de la instalación, quiso impedirles que ingresaran y se apostó a la entrada resguardado por una decena de guardias privados, pero los cientos de inconformes abrieron la puerta de malla ciclónica, replegaron la vigilancia y, mientras entraba el grueso del contingente, otro grupo bloqueó el acceso para impedir que los carros recolectores tiraran la basura.
Ya dentro, los diputados Samuel Palma César (federal del PRI y Juan Mario Elizondo (local del Verde Ecologista) constataron los defectos de la instalación, mientras ecologistas e investigadores los explicaban a sus acompañantes. En especial observaron que no hay arcilla compactada bajo la geomembrana, y que la basura queda expuesta a cielo abierto como en los otros tiraderos estatales.
También objetaron la delimitación del terreno con tierras de cultivo y viviendas que sus propietarios rehúsan desalojar, y que en la celda ya utilizada se tiren llantas, pilas, colchones y envases de plástico sin cumplir con la separación obligatoria.
La ecologista Miriam Corona consideró una farsa el presunto ideario ecológico de la empresa PASA y criticó que en Cuernavaca se recoja basura separada y al final se amontone. El encargado, Guillermo Lara, reconoció la falla y admitió que la construcción está inconclusa aunque desde diciembre ya se depositan más de 300 toneladas diarias de basura en una de las celdas.
Después del recorrido el propio Lara ofreció videos de cómo se construyó el relleno, pero los afectados no los recibieron. “No necesitamos ver tu video si ya comprobamos que en los hechos no se cumplió ninguna norma, y a corto plazo van a contaminarse los mantos freáticos”, recalcó Miriam Corona.

Olores fétidos

Al llegar el grupo las familias radicadas a lado del relleno se quejaron de los olores fétidos y el hostigamiento de que son objeto por la empresa y las autoridades tanto de Cuernavaca como del estado para que vendan sus terrenos, incluso hasta les dijeron que de rechazar ahora luego no van a valer nada porque ya no serán tierras productivas.
"Tengo 90 hectáreas que pertenecen a mi familia desde hace más de 46 años, y la última vez me ofrecieron 500 pesos por metro cuadrado, pero yo no quiero que acaben como tiradero; y además no queremos irnos porque ésta es nuestra casa”, dijo Eleazar Vargas.
Los campesinos resienten el hostigamiento y denunciaron que ahora ya también hay amenazas de que se atengan a las consecuencias por querer vivir ahí. “Pero si nosotros llegamos primero; somos los dueños”, dijo otro de los vecinos.
Las ocho familias residentes en Loma de Mejía siembran maíz y crían ganado, pollos y chivos para mantenerse, pero sus viviendas carecen de servicios públicos.

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