martes, 6 de abril de 2010

Discurso integro del Dr. José Narro Robles. Reconocimiento a la UNAM en ALDF



Les compartimos esta transcripción del discurso del Rector de la UNAM este martes 6 de Abril, durante el homenaje a la UNAM que ofreció la Asamblea Legislativa del DF, gracias a nuestros compañeros de RadioAMLO
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Escrito por Dr. José Narro Robles

EL C. DR. JOSE NARRO ROBLES.- Muy buenas tardes tengan todos ustedes.

Señor Presidente de la Mesa Directiva, muchas gracias por esta generosa recepción;

A los señores, señora diputados que configuran al Mesa Directiva, muchas gracias también por recibirnos;

Señor Jefe de Gobierno de la Ciudad, licenciado Marcelo Ebrard, muchas gracias por acompañarnos en un acto muy significativo para la comunidad universitaria;

Señora diputada Presidenta de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, gracias;

Como agradezco a las señoras y señores coordinadores de los grupos parlamentarios que integran esta Asamblea; como a la diputada y lo diputados que han hecho uso de esta Tribuna remarcando algunas de las características de la Universidad Nacional Autónoma de México, muchas gracias por las generosas pero también lo debo decir no por mí, sino por los universitarios, bien merecidas palabras que ustedes han pronunciado.

A los señores presidentes de la Junta de Gobierno y del Patronato de nuestra Universidad y a los integrantes de estos dos órgano de gobierno de nuestra Casa de Estudios, siempre muchas gracias por acompañarnos en actos tan importantes, trascendentes para la vida de la Universidad.

Señoras, señores diputadas y diputados integrantes de esta Asamblea, gracias por haber alcanzado ese acuerdo que reconoce a la Universidad Nacional Autónoma de México.

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A las señoras y señores directores académicos de nuestra Casa de Estudios, siempre es un gusto compartir las sesiones de trabajo, los actos y los asuntos importantes de nuestra Casa de Estudios. Gracias por estar presentes.

A los muy apreciados académicos, trabajadores y a nuestros estudiantes universitarios que se hacen presentes el día de hoy;

A los medios de comunicación, señoras y señores:

Agradezco en nombre de la comunidad universitaria este reconocimiento a la Universidad Nacional Autónoma de México. Se trata de un acto que sirve tanto de recordatorio de lo que ha significado la UNAM para nuestro país, como de uno para renovar el compromiso de aportar cada vez más a la búsqueda de una sociedad más justa.

Se trata de una ceremonia que reconoce el trabajo de numerosas generaciones de universitarios. La distinción que se me ha entregado, que he recibido, es de ellos; el compromiso de mirar hacia delante de quienes estamos presentes en este honorable Recinto.

La Universidad Nacional tiene en efecto 100 años de servir al país y a la sociedad mexicana a la que se debe. Lo ha hecho a través del ejercicio de las funciones académicas que la propia sociedad le ha asignado: la historia de la Universidad, su fortaleza institucional y las aportaciones de sus maestros, investigadores y alumnos la han llevado a ser considerada una de las más importantes de Iberoamérica y del mundo.

La UNAM cumple con el país al formar a un médico o a un arquitecto, al graduar a un maestro en historia o a un doctor en ciencias; al proponer un método para prevenir el cáncer cervicouterino y al reconocer los problemas de los grupos indígenas del país o de nuestros migrantes; al publicar un libro de poesía, otro de crítica al modelo económico actual y uno más con propuestas de cambio a la arquitectura electoral, al estudiar nuestros mares, suelos y volcanes, entre otras muchas actividades.

Ante una sociedad que vive una profunda transformación de los valores, la Universidad Nacional ha sido una institución fundamental, cuando algunos valores como la solidaridad, la generosidad o el servicio parecen perder terreno ante la competencia y el individualismo extremos, la Universidad ha salido en defensa de los primeros.

Cuando la acumulación de dinero y de bienes materiales se ha convertido desafortunadamente en el símbolo del éxito y para muchos incluso de la felicidad, nuestra institución ha estado presta a recordar a la sociedad que hay muchas otras formas de vida digna y también trascendente.

Por ello la UNAM persistentemente ha reafirmado su compromiso de cultivar y transmitir los valores humanos que dan cohesión a las sociedades. Relevante ha sido su contribución para introducir en el México moderno el derecho a la diferencia, su pluralidad de ideas, de teorías, métodos, disciplinas, ciencias, especialidades y profesiones, su libertad de pensar y discutir propios de su comunidad, han sido transmitidos a la sociedad mexicana.

La UNAM ha ampliado desde hace varias décadas su presencia en el territorio nacional. Actualmente cuenta con instalaciones en 27 Estados del país y con egresados en todas nuestras entidades.

Con todo y ello, la importancia de la relación entre la Universidad Nacional y la Ciudad de México, es un hecho incuestionable. En esta ciudad surgió y a lo largo del último siglo son muchas las aportaciones de sus beneficios.

La Ciudad de México y la Universidad Nacional Autónoma de México son testimonio fiel de nuestra larga historia y de nuestra vida actual, ambas han transitado juntas el sinuoso camino del desarrollo económico y social de México durante el siglo pasado.

Estas relación sin embargo se remonta, como hemos escuchado, a más de 450 años de una historia marcada por la generosidad con la que esta gran ciudad albergó a la Universidad, que en reciprocidad, ha retribuido con el quehacer que le es propio, educar a cientos de miles de estudiantes de nivel medio superior, formar profesionales y docentes de numerosas disciplinas del conocimiento, de las ciencias y de las humanidades, del ejercicio libre de las profesiones.

Apoyar la intensa labor de investigadores que ejercen un gran liderazgo en la comunidad científica nacional e internacional; fomentar la creación de tecnologías innovadoras, impulsar las actividades deportivas entre la juventud y también mediante el desarrollo de un ambiente cultural propicio para que desplieguen sus capacidades nuestros poetas, escritores, cineastas, músicos y artistas.

En esta larga ruta, la Ciudad y la Universidad han compartido hechos de gran trascendencia histórica y social.

Este año tenemos la fortuna de conmemorar el 1er. Centenario de la Universidad en su carácter nacional, cuyos festejos los enmarcamos en los del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución.

Es ésta una ocasión para refrendar nuestro compromiso de legar a las futuras generaciones una mejor universidad, a partir de la concebida por un gran mexicano, Justo Sierra, quien hace un siglo logró poner en marcha el proyecto educativo y cultural más trascendente del país.

Recrear este acontecimiento encierra un gran simbolismo. Destacadas personalidades del mundo académico del país y el extranjero que apadrinaron su apertura en un acto realizado en San Ildefonso, salieron aquel 22 de septiembre en una caminata que recorrió las calles del barrio universitario, logrando hacer partícipe del acontecimiento a los vecinos y ciudadanos de la Capital.

Esas mismas calles, casi dos décadas después, atestiguaron las movilizaciones organizadas por estudiantes que consiguieron en 1929 la autonomía. Con ello se estableció nuestra actual Universidad Nacional Autónoma de México.

El desafío que impuso el crecimiento económico y poblacional del país y de la ciudad, aunado al compromiso con la educación asumido en el México posrevolucionario, demandaron una mayor capacidad de respuesta de nuestra universidad para la formación de profesionales.

Fue entonces que se decidió la construcción de la Ciudad Universitaria, localizada en lo que entonces resultaba ser el lejano sur de la ciudad. Todavía hoy muchos de aquellos alumnos y profesores que abandonaron el Centro de la Ciudad expresan nostalgia por aquel bullicioso y estimulante clima cultural que lo caracterizaba y que nos hemos propuesto revitalizar en estricta coordinación con el Gobierno de la Ciudad.

Quiero aprovechar esta oportunidad inmejorable para reiterar algo que se señalé en la entrega del Premio Príncipe de Asturias a nuestra UNAM y que en parte ha sido ya citado: Sin ciencia propia, sin un Sistema de Educación Superior vigoroso y de calidad, una sociedad se condena a la maquila o a la medianía en el desarrollo, por ello resulta indispensable reivindicar el derecho a la educación. La educación es vía de superación humana, de la individual y de la colectiva, concebirla como un derecho fundamental es uno de los mayores éticos de la historia.

Numerosos son los problemas que aquejan al país, uno de ellos de gran envergadura y lacerante para nuestra colectividad, es el que corresponde a la desigualdad que en diversos ámbitos se enseñorea en nuestro medio.

En una nación donde pocos tienen demasiado, frente a muchos que no tienen casi nada, se genera desconfianza y resentimiento, se debilita la dignidad y los valores humanos.

Hoy tenemos qué darnos cuenta que frente a la pobreza y la desigualdad que afectan al país no sirven las consideraciones de los que persisten en su ímpetu privatizador, tampoco las de aquellos que confunden los términos y en lugar de combatir a la pobreza en sus raíces sólo acometen sus efectos. A ellos debemos recordarles que el mejor Estado no es sólo el que genera mayor riqueza, sino aquél que la distribuye de mejor forma, aquél que cuenta con la sensibilidad para eliminar la brecha de la indignidad que separa a los poderosos en lo económico de los desheredados hasta de la esperanza.

Por eso es que hace casi 2 siglos, en 1813, en sus Sentimientos de la Nación, Morelos proponía, y cito textualmente: Como la buena ley es superior a todos los hombres, las que dicte el Congreso deben ser tales que moderen la opulencia y la indigencia.

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